08 Abr La República no era platónica
Publicado: 8 de abril de 2019
Politólogo Ernesto Nieto
En la Roma de antes de Cristo (más o menos por el -500) hubo un momento de fuerte tensión contra las reyes que ocupaban su posición de privilegio. Literalmente los romanos decidieron cortar cabezas y darse una organización política a la que llamaron res publica, y aunque hoy pueda parecernos que las palabras existen desde siempre, esa palabra era nueva. Seguramente sus inventores no tenían la menor idea de todos los designios que la misma contenía en sus pequeños genes. Para los romanos la res publica era aquello que tenía que ver con la cuestión pública, las cosas del pueblo; pero además y para hacer las cosas un poco más complejas, también por res publica entendían cuestiones del bien común. Era el gobierno del pueblo, pero también el buen gobierno del pueblo.
Hasta ahora no he encontrado nadie que explique suficientemente bien si fue casualidad, causalidad (o vaya a saber qué tipo de relación) la que se dio entre los romanos y los griegos de este período, porque mientras los primeros inventaron la palabra República, los segundos lo hicieron con Democracia. Y sólo por eso ya se merecen el sitial de privilegio de disciplinas tan dispares que se dedican a estudiar las cuestiones de la vida humana.
Al igual y al mismo tiempo que en Grecia corría sangre para definir quiénes eran los que iban a mandar, es decir, quienes podían tomar decisiones respetadas, en Roma la plebs (los plebeyos, la gente común y corriente) tomaban por las armas a los patricios (la aristocracia romana) y consiguieron luego de algún que otro asesinato y linchamiento público, participar de las decisiones de la nueva res publica. Y de ese enfrentamiento surge una nueva forma de organización política, ahora sí denominada República, con ciudadanos hombres y adultos, con derecho a tomar decisiones y que las mismas tuvieran carácter vinculante para toda la comunidad. La República romana, al igual que la democracia en Atenas, surge como una forma creativa y novedosa de solucionar conflictos de poder. Una forma de conseguir ciertos equilibrios que permite que en definitiva la vida pueda transcurrir de forma más o menos ordenada. Al fin de cuentas, a casi a nadie excepto a algunos extremistas, les gusta vivir en el conflicto permanente.
Pero esta Roma era una comunidad pequeña, una ciudad pequeña, de no más de unos 7000 o 10000 habitantes según el ábaco del historiador o demógrafo que consultemos, y ciertamente estaba lejos de convertirse en lo que luego sería. Curiosamente, o quizás precisamente por eso, esta organización política y social comenzó a crecer; ¿y de qué manera creció esta novísima República? Más o menos igual que lo hacen todas las comunidades humanas, conquistando, tomando territorios cercanos y anexando gentes, ganado, bienes, y todo lo que ande en la vuelta. Y así la República en un par de siglos ya ocupaba casi todo lo que hoy conocemos como Italia.
Sin embargo los nuevos y originales republicanos romanos fueron muy creativos en algo: en muchos casos a los nuevos territorios ocupados extendían su condición de República. Veamos esto apenas con algún detalle más; se llegaba, se conquistaba, se apoderaba de lo que sirviera, pero además se concedía la condición de ciudadano romano a todos aquellos que reunieran las condiciones suficientes. ¿Y para qué servía ser ciudadano romano? Para tener voz en la Foro romano, para tomar decisiones selectivas y colectivas que ordenaban también los nuevos territorios que formaban la República. Por supuesto, si algo sabemos de los romanos es que era gente que valoraba mucho algunas cuestiones muy racionales como el ordenamiento jurídico, y otras tan humanas y materiales como las riquezas, así que se apoderaban de lo que servía pero otorgaban condiciones de inclusión política a los mismos que se les extraía otro tipo de beneficios.
Y sin embargo, y al igual que en todas las formas políticas que diseñamos los humanos para convivir, hay muchos elementos que se nos escapan, que desconocemos, que ignoramos, o que sencillamente aun conociendo sus desperfectos de diseño preferimos no atenderlos para que lo arregle el que venga después mientras nosotros disfrutamos de su beneficio actual. A los romanos republicanos se les escapó un pequeño detalle, el territorio se extendía, crecían las comunidades que integraban la república, los ciudadanos pululaban por doquier, pero todas las decisiones se seguían tomando en el Foro de Roma. A usted se le daba el título de ciudadano de Roma, pero para cuando usted llegaba al Foro el asunto que a usted le interesaba tratar ya se había resuelto unos tres o cuatro meses antes. En definitiva, era ciudadano, pero no podía decidir, no porque nadie le robara su derecho, sino porque aún no habían inventado los automóviles o los trenes. Ese Foro en Roma es el mismo que hoy usted si tiene el suficiente tiempo y dinero puede visitar sólo o acompañado por guías que le explican hasta de dónde se traían las piedras para construirlo.
Esta República fue muy extensa en el tiempo, aproximadamente duró hasta el -50 antes de Cristo, y visto desde una perspectiva histórica, ha durado más que cualquiera de las Repúblicas que surgen en la modernidad tardía. Por cierto, ¿sabe en qué se transformó esa República? Sí seguro que lo sabe, en el famoso Imperio que luego conquistó casi todo el mundo conocido, menos la aldea de Asterix en la Gallia (francesa).
- Publicado en diario El Pueblo de Salto
- Publicado en Uypress de Montevideo