18 Abr Los autoconvocados y el viejo (nuevo) clivaje rural/urbano
Publicado: 18 de abril de 2018
Politólogo Ernesto Nieto
Durante los últimos días del mes de marzo realizamos en Salto nuestra medición sobre indicadores de coyuntura política. Ya el fenómeno de los inicialmente denominados “autoconvocados” había desarrollado su aparición en la escena política con una amplia cobertura de los medios tradicionales de comunicación, pero con particular fuerza en la difusión de todo tipo de mensajes por las redes sociales.
Lo primero que queríamos saber era el grado de impacto que como noticia habían conseguido los impulsores de Un solo Uruguay. Como vemos 9 de cada 10 salteños se enteraron sobre este movimiento. Algo particularmente elevado si consideramos la época del año en que fueron realizadas las primeras acciones, aunque también podríamos suponer que esa época les garantizó ser “noticia” en un mundo y un país donde diariamente se acumulan las mismas por decenas.
Pero el aspecto quizás más interesante a relevar era el trasfondo de los intereses que defiende este grupo. ¿Qué opina la sociedad salteña sobre los intereses que están en juego? Debemos recordar que es precisamente en Salto donde se dieron algunas de las primeras señales fuertes de este movimiento. Pues bien, el resultado muestra una división casi perfecta de la sociedad en dos grandes grupos. El de quienes consideran que los autoconvocados están defendiendo los intereses de “todos”, y la otra mitad casi idéntica que considera que en realidad defienden “los intereses de su sector”.
¿En base a qué identidades políticas se produce esta dicotomía? Una buena pista es observar la identificación partidaria de los individuos: allí claramente quienes se identifican con blancos y/o colorados entienden mayoritariamente que los autoconvocados defienden los intereses de “todos los uruguayos”. En cambio, entre quienes se identifican con el FA la amplia mayoría entiende que este grupo defiende los intereses de su propio sector. Pero cuando observamos al amplio grupo que no se identifica con ningún partido político (grupo que crece y en este momento es muy importante) allí vemos que nuevamente las cosas son bastante más igualitarias.
La matriz de las identificaciones partidarias está configurada por adhesiones racionales, por pertenencias históricas, por también por motivaciones emocionales diversas. A nivel político y con relación a este tema la sociedad está ciertamente dividida a partir de un viejo animador de la política nacional: el clivaje rural/urbano se ha puesto nuevas ropas y ha aparecido nuevamente en escena. Es el mismo clivaje que cruza nuestra trayectoria desde antes que fuéramos una nación y que ha encontrado a diversos actores políticos, sociales, culturales y por supuesto partidarios de un lado y del otro a lo largo de más de doscientos años. El clivaje cruza el otorgamiento y apropiación inicial de la tierra; sacudió el intento y reforma artiguista dividiendo a la naciente sociedad oriental; mostró todas las ambigüedades de nuestra sociedad al influjo del Uruguay Batllista y nos había mostrado su última cara cuando el intento industrialista del Neo Batllismo. Como todo clivaje importante no desaparece fácilmente, y por lo general en momentos de crisis y de cambios importantes en las coyunturas aparece como elemento que agrupa identidades: por este lado unos, y lejos, bien lejos, los otros. Los actores sociales implicados, adaptándoles aspectos del lenguaje y estrategias al Siglo XXI, son los mismos que se vienen confrontando desde siempre. Los actores partidarios sin embargo han cambiado. Basta repasar la historia del Batllismo en el Partido Colorado y del Wilsonismo en el Partido Nacional para ver cuánto ha variado el posicionamiento con relación a este clivaje.
Finalmente, también nos interesaba saber qué percepción tiene la sociedad salteña sobre las medidas que ha tomado el Gobierno con relación a los planteos. Como podemos observar, para una mayoría de la población las medidas han sido insuficientes, y si bien para casi una tercera parte las mismas han sido suficientes, debemos destacar que casi un 20% de los entrevistados no tiene una opinión formada al respecto.
La incidencia que este grupo tenga en el futuro inmediato dependerá en buena medida de la capacidad de propios y extraños de vincularlo con las identidades políticas que están detrás de este viejo, pero también nuevo, clivaje ordenador.