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Al final y al principio: la Economia

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02 Jul Al final y al principio: la Economia

En la antigua Grecia le dieron el nombre de οἰκονομία1 [oikonomía], donde básicamente se hablaba de cómo se debía administrar una casa. La “economía”, para Aristóteles, es la ciencia que se ocupa de la manera en que se administran recursos. Los recursos deberían de ser bien administrados, según este pensador que es el padre (o padrastro), de casi todas las ciencias sociales actuales, con la finalidad de saciar todas las necesidades de los miembros de una casa, o de una comunidad. Los griegos le llamaron “ecónomo” al que administraba bien la casa. Del griego pasó al latín, y las lenguas modernas tomaron de allí su significado original para resignificarlo a los tiempos venideros.

Politólogo Ernesto Nieto

Sin embargo, si pensamos en el sentido original de la economía veremos como de manera sencilla se sentaban las bases de lo que sigue siendo imprescindible en cualquier hogar y en cualquier sociedad: administrar bien los recursos para poder contemplar las diferentes necesidades de las personas. El debate por la economía siempre debería tener en cuenta una máxima inicial: solo administrando bien los recursos se pueden asignar con mayor “virtud” lo que los integrantes de una casa o de una comunidad necesitan.

Ahora que las trompetas de las campañas electorales se van calmando, por la sencilla razón de que las de la nueva campaña electoral recién están comenzando a ser sacadas de sus estuches, estamos viendo como los recursos de los uruguayos fueron mal administrados. Fueron mal administrados por los gobiernos locales, pero también fueron mal administrados por el gobierno nacional. Los gobiernos departamentales incrementaron sus déficits de manera arbitraria, en algunos casos como el de Salto llegando a comprometer algo tan elemental como el pago de los salarios, el de los insumos de funcionamiento y el de las deudas a proveedores. En otros casos no se ha llegado a ese extremo pero se han tenido que reducir y paralizar obras enteras para poder afrontar las obligaciones elementales. El anterior gobierno nacional tampoco ha sido un ejemplo de buena administración. Con una economía en crecimiento ha aumentado la deuda pública, el déficit y ha tenido problemas sostenidos de gasto en algunas empresas claves para la economía nacional.

Nos ha pasado algo que podríamos sintetizar así: nos ha ingresado mucho más dinero de lo que nos ingresaba, al gobierno nacional, a las grandes empresas públicas, y a los gobiernos locales. Pero no hemos aumentado el gasto de forma proporcional, sino que lo hemos hecho muy por encima del aumento del ingreso. Conclusión, a pesar de que nos han ingresado más divisas tenemos más deuda que antes. En algunos casos, muy pocos, el aumento del gasto parece justificarse por las obras e inversiones realizadas. Se trata de gastos que siempre son elevados y necesarios. Sin embargo en el caso de los gobiernos locales esto no es así: la mayoría de los números en rojo viene por un aumento absolutamente desproporcionado del ya famoso rubro cero, es decir, por la contratación de nuevo personal y por el aumento desmedido de los pagos en formas como las llamadas compensaciones. No hemos sido como sociedad buenos administradores. Y no lo han sido particularmente los que tenían las mayores responsabilidades de serlo.

Existe una vieja práctica en los gobiernos latinoamericanos, se llama clientelismo, y es la extendida costumbre de cambiar cierto tipo de “favores” por votos y por militancia o trabajo político. El Uruguay nunca supo escapar a esta práctica y tenemos un Estado lleno de ingresos de trabajadores en todas sus áreas. Durante décadas el mecanismo de ingreso era la tarjeta personal de algún político de turno. Luego inventamos el mecanismo del “concurso” que disimula pero no excluye el tema de fondo: seguimos generando sin cesar ingresos a los cargos públicos que terminan siempre siendo financiados por todos los integrantes de la sociedad.

Lo que lo hace más interesante aún al caso es que aquí no hay excluidos. Todos los Partidos tienen responsabilidades. Los fundacionales desde el comienzo del Estado moderno, y al día de hoy por ser gobierno en la mayoría de los departamentos del país. La izquierda porque ya hace diez años que maneja las arcas nacionales y también algunos departamentos donde el incremento del gasto es igual o superior al de los manejados por los Partidos fundacionales. Pero además como sociedad también somos responsables. Porque muchas veces miramos para otro lado, o intentamos obtener pequeñas ventajas del favor del político de turno. O votamos a quienes han sido muy malos administradores y los premiamos con su mantención en el poder político. Y esto, también, nos hace administrarnos mal y perder recursos como sociedad.

Pero al final la economía se impone, y Marx mediante la estructura termina poniendo límites específicos a todo lo demás. Incluido lo político. Al final todas las esperanzas, las utopías, los modelos, los regímenes, terminan teniendo límites muy concretos y materiales: los recursos siempre son finitos y deben ser administrados como tales. Es casi una paradoja que comenzamos este artículo recordando a los griegos y al origen de la palabra y del pensamiento sobre la economía. Miramos a la Grecia de hoy y vemos que en la cuna, en donde nació el concepto y el pensamiento sobre administrar los recursos tampoco se ha respetado el ser buenos administradores.

Politólogo Ernesto
Politólogo Ernesto Nieto
ernesto@agora.com.uy