CO, ECo, Eco, Ec….

23 Jul CO, ECo, Eco, Ec….

Publicado: 23 de julio de 2015

Umberto Eco publicó una nueva novela. Número Cero es una pequeña pieza que todos los que de una forma u otra trabajamos en medios de comunicación deberíamos tener la obligación de, al menos, reflexionar un poco sobre ella.
Politólogo Ernesto Nieto

Hay muchos escritores, algunas veces pienso que demasiados. Cuando uno mira una librería actualmente no sabe por dónde comenzar, parece que casi todo el mundo pudiera y supiera escribir libros. Detrás de ese deseo democratizante se esconde, sin embargo, una verdad económica; los libros, también son un gran negocio para enormes editoriales que abarrotan las estanterías con todo lo que pueden. Al igual que los grandes supermercados la estrategia no es tener de todo para que el cliente elija, sino tener de todo para que el lector no pueda no elegir algo. Por eso cuando aparecen autores de esos que marcan una época y que además son exponentes de un humanismo que por momentos parece irremediablemente olvidado, uno nuevamente recobra su esperanza en la especie, y en los escritores.

Humberto Eco le hace decir al protagonista de su última novela muchas verdades incómodas, sobre la sociedad, sobre los medios de comunicación, sobre la manipulación, sobre los viejos, nuevos y permanentes temas políticos como las teorías conspirativas y la historia. Escrito de una manera tan directa que parece otro Eco, y en tan pocas páginas que nos recuerda al Eco semiólogo y no al novelista, Número Cero es una pequeña pieza que todos los que de una forma u otra trabajamos en medios de comunicación deberíamos tener la obligación de, al menos, reflexionar un poco sobre ella.

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“El Commendatore quiere entrar en los altos círculos de las finanzas, de los bancos e incluso de los grandes periódicos. El instrumento es la promesa de un diario nuevo dispuesto a decir la verdad sobre todo…” Los antihéroes que protagonizan la novela van a trabajar en un diario que tiene como único objetivo no existir, solo servirá para poner en apuros a los poderosos de turno y con la amenaza de revelar todos sus negocios permitir el ingreso del personaje que nunca aparece más que mencionado en la obra a los altos círculos del poder. En la obra se cruzan todo el tiempo elementos de ficción con otros de realidad al igual que en la mayoría de la novelas de Eco. Sin embargo cuando llega el momento de establecer los criterios que tendrá el periódico que nunca va a existir la fábula deja lugar al posicionamiento desde un realismo duro, avasallante y profundamente pesimista.

“A las cuatro estalla una bomba, al día siguiente ya lo saben todos. Pues bien, nosotros desde las cuatro hasta las doce, antes de que se pongan en marcha las rotativas, deberemos dar con alguien que diga algo inédito sobre los probables responsables, cosas que la policía todavía no sabe, y delinear un escenario de lo que sucederá en las semanas siguientes a causa del atentado”. Tal la definición de cómo debería trabajar el inexistente periódico, que como dice el editor, “cada vez se deben parecer más a los semanarios”. Para reafirmar la idea más tarde otro personaje nos recuerda “mi padre me acostumbró a no creerme las noticias al pie de la letra. Los periódicos mienten, los historiadores mienten, la televisión hoy miente”. Y esta es la mejor manera de justificar todas las posibles teorías conspirativas que nos podamos imaginar, “Vivimos en la mentira y, si sabes que te mienten, debes vivir instalado en la sospecha”. En la novela la gran conspiración es que El Duce no murió, sino que en realidad quien lo hizo fue su doble y el auténtico logró escapar y vivir cómodamente instalado en el Vaticano o en la Argentina.

STILL LIFE / REPORTER'S DESK WITH TYPEWRITER & BOX CAMERA

Pero volvamos a los principios rectores de un periódico, “Para saber qué poner en un diario hay que fijar, como se dice en las demás redacciones, la agenda. Hay una infinidad de noticias que dar en este mundo, pero ¿por qué se debe decir que ha habido un accidente en un lugar e ignorar que ha habido otro en otro lugar? No son las noticias las que hacen el diario sino el diario el que hace las noticias”…”Fíjense que hacer noticia es una buena expresión, la noticia la hacemos nosotros, y hay que saber hacerla ver entre líneas” Pero para lograr este efecto nada mejor que ser sutiles, así marca la línea el editor “…en lugar de pregonar datos que alguien podría cotejar, siempre es mejor limitarse a insinuar. Insinuar no significa decir algo preciso, sirve solo para arrojar una sombra de sospecha sobre el desmentidor”.

El libro recorre con dureza y realismo la práctica cotidiana de una profesión en extinción según el propio autor. En medio de esto hay personajes, una historia de amor, la versión conspirativa de la historia de los últimos años del Duce, una atmósfera cargada de paisajes italianos y una crítica cruda al ethos de los latinoamericanos que a muchos les erizaría la piel.

Eco volvió a hacer una novela que da que hablar y queda resonando en el aire. Una novela que hace pensar. Y que a diferencia de la primera, El nombre de la rosa, no necesita recurrir más que en pinceladas a su erudición para cautivar a los lectores.

Politólogo Ernesto
Politólogo Ernesto Nieto
ernesto@agora.com.uy