La Pelota sí se mancha

24 Jun La Pelota sí se mancha

Publicado: 24 de junio de 2015

Dicen algunos antropólogos que la magia de la atracción de deportes como el fútbol, el rugbi, el básquetbol y tantos otros tiene que ver con que nos recuerdan tiempos inmemoriales. Tiempos en los que durante miles de años nuestra especie sobrevivió trabajando en pequeños grupos. Tiempos en que vivíamos en aldeas y en pequeñas tribus. Tiempos en que cazábamos en equipo, y nuestra supervivencia dependía de jugar bien la caza en equipo. Donde cada uno desempeñaba un rol. Dicen también que es fácil notar como hasta el principal elemento no humano de estos deportes, la pelota, el balón, o como le queramos decir, es de cuero, recordando de esa forma a los animales que cazábamos. También dicen que el momento supremo de cada uno de estos deportes, el de convertir un gol, o el de alzarse con la victoria, cumple la misma función emocional que cumplía la caza lograda por nuestros ancestros. Nos aumenta la adrenalina, nos une, nos hace abrazarnos, y nos hace compartir simbólicamente un éxito grupal.

Politólogo Ernesto Nieto

Pero la enorme mayoría de los habitantes del planeta hace mucho que dejamos de cazar para sobrevivir. Y también hace mucho que dejamos de usar estos juegos como simplemente juegos. Primero al juego lo convertimos en deporte. Le dimos todas las connotaciones físicas y biológicas para mantenernos en buena forma. Lo disciplinamos. Convertimos en atletas a quienes lo practican. Después lo hicimos profesional. Los dotados por determinada habilidad pasaron a formar parte de un grupo de elegidos. Dimos un paso más y convertimos a los profesionales en ídolos de masas, porque el juego, devenido en deporte profesional, se convirtió en espectáculo de masas. Y finalmente, en la sociedad actual, el espectáculo se hizo global, y a partir de las nuevas tecnologías también virtual. Jugamos a que jugamos futbol con solamente mover los comandos de un Joystick simulando ser Suárez, Messi, Neymar o el ídolo de turno.

Pero detrás de este derrotero ocurrido en poco más de cien años (desde finales del siglo XIX hasta hoy) existe un proceso de mercantilización que lo hace un fuerte y fructífero negocio. El antiguo juego se convierte en un negocio total y se transforma en una gran empresa. Y las empresas se manejan por empresarios, con la lógica empresarial. Las empresas para mantenerse, crecer, y ganar dinero, necesitan aumentar sus ganancias y su nivel de rentabilidad. Los antiguos clubes deportivos se parecen cada vez más a grandes trasnacionales que compran y venden. Que exportan e importan. Los jugadores como mercancías profesionales necesitan una estructura humana que se encargue de insertarlos en algo complejo y tecnificado.

Hay contratistas y sub contratistas. Hay Gerentes deportivos y Médicos especializados. Hay “observadores” de jugadores de 10 años que actúan como cazatalentos. Hay miles de millones en circulación en el deporte profesional, global y convertido en espectáculo total del Siglo XXI. Hay miles de horas por año de trasmisiones en vivo, y hay cientos de millones en pugna en derechos de televisación, esponsorización y diversas formas de comercialización. Hay cientos de comunicadores, periodistas, analistas, relatores y productores de programas de tv, radio, gráfica, y demás que viven del mundo futbol.

En la década de los noventa del siglo pasado en América Latina descubrimos que la corrupción no era solo una teoría que se enseñaba en clases. De la forma más brutal descubrimos que en los grandes procesos privatizadores había siempre algo más, una motivación en términos de beneficio personal que movía las agujas de los intereses. Que hasta los antiguos y poderosos Estados Nacionales eran comprables por empresas transnacionales. Vimos como el dinero producía cambios formidables en la forma de reorganizar el Estado y las relaciones entre lo público y lo privado. Y Lo seguimos viendo hoy.

¿Por qué el mundo fútbol, y por qué la FIFA habrían de escapar a esta lógica de compra, venta y aumento de las ganancias y beneficio propio al costo que fuera? ¿Por qué algunos de los dirigentes-empresarios no tendrían en sus Clubes-Asociaciones-Federaciones-Empresas las mismas prácticas que tienen algunas de las grandes empresas cuando pueden tenerlas para aumentar sus beneficios, ganancias o influencias?

La antigua pelota, la de cuero, la que nos recordaba nuestro pasado de cazadores está en extinción. Se está muriendo. Ha sido suplantada por diferentes materiales plásticos, y sintéticos. De aquel juego que nos unía solo por el placer de jugar solo nos queda un recuerdo que ha sido sustituido por un espectáculo global, empresarial y lamentablemente también corrupto.

Politólogo Ernesto
Politólogo Ernesto Nieto
ernesto@agora.com.uy