07 May Las otras dimensiones de las internas: motivación y organización
Publicado: 7 de mayo de 2019
Las primeras elecciones del largo ciclo electoral uruguayo son las que mayores errores producen en los principales actores involucrados. Algunos son fruto de la inexperiencia, y otros de uno de los peores que se cometen en política desde todos los tiempos. Como dice el antiguo refrán adjudicado a Batlle y Ordoñez “el que se precipita…se precipita”
Politólogo Ernesto Nieto
¿Por qué son relevantes las elecciones internas? Además del aspecto legal, en los hechos usted no puede presentarse a las elecciones nacionales de octubre si no se presentó en las internas, lo cual produce un fenómeno muy interesante. Aún aquellos candidatos que crearon su propio partido para ser candidatos y no existiendo ninguna chance de tener competencia “interna” porque son su propio alfa, omega, y ellos mismos son la propuesta, la cara visible y buena parte de la financiación de su campaña, tienen que “competir”. Pero no compiten, no hay nadie con quien competir, pero igualmente deben presentarse en las elecciones y tener al menos un voto. La pregunta es, ¿si no tienen competencia, por qué desgastarse en las elecciones internas?, ¿Por qué invertir recursos económicos para intentar posicionarse en una competencia que no los tendrá como protagonistas?, ¿Por qué utilizar diseños de campaña que luego serán obsoletos en este mundo que devora todo y en pocos meses lo vuelve algo gastado y viejo? Básicamente porque creen que si no están en la agenda electoral les irá mal en las elecciones que sí les interesan, es decir en la primera vuelta de octubre. ¿Pero este axioma es correcto? En realidad, si juzgamos por lo que le ha sucedido al Partido de la Gente y al Partido Independiente y sus brevísimos socios lo mejor que podrían haber realizado en esta primera etapa es quedarse quietos, y más bien muditos. Exhibir públicamente que las alianzas y los integrantes del Partido, movimiento o lo que fuera, están unidos con un cemento tan endeble que no resiste el mínimo viento del Plata, es una muestra de debilidad y no sólo no los favorece, sino que los ha hecho “retroceder varias casillas”. Algo parecido podría decirse de muchos candidatos y sectores que tienen intenciones de ser electos como diputados y senadores en octubre. Algunas veces el afán de estar en la agenda pública los hace cometer errores innecesarios en esta etapa, y lejos de posicionarse hacia octubre, se posicionan, pero hacia la salida. Son muchos meses, muchas entrevistas con alta exhibición, mucho desgaste, mucho trabajo por hacer y por tanto, muchas chances de cometer errores ante el gran juez que todos tendrán en octubre: la nunca suficientemente bien ponderada “opinión pública”
¿Y qué características tiene esta primera elección? La más importante de todas: la gente va a votar si tiene ganas, si ese día se levanta con ánimos y estimulo de hacerlo, y sobre todo si tienen la motivación política, emotivo/racional/económica/ para hacerlo. Hacemos algo si podemos, si necesitamos o y si tenemos ganas de hacerlo, y sin embargo ese acto, tan simple como hacer una pequeña cola, exhibir la documentación y luego introducir las hojas de votación en el sobre es el desvelo de buena parte de la dirigencia. Pero hay algo bastante claro, algo tan simple como votar no es para la mayoría de nosotros tan importante como respirar, alimentarnos o consultar el WhatsApp. ¿Para quiénes es importante ir a votar? Al menos para dos grupos bien diferenciados; primero, el de los ciudadanos que tienen un cierto nivel de interés en la cosa política, ciudadanos que digamos, van a la baja en Uruguay; segundo, ciudadanos que se identifican con algún partido político, y aquí el número también va a la baja, cada vez hay más ciudadanos que dicen no identificarse con ninguna colectividad partidaria. Como vemos, las cosas no son nada fáciles para la dirigencia, porque las dos condiciones centrales que hacen que alguien tenga el estímulo por ir a votar se vienen reduciendo. En esta primera etapa la mayoría de la dirigencia sabe que el primer gran desafío es que vayan a votar…cueste lo que cueste. Y ciertamente cuesta, y cada vez cuesta más que el ciudadano vaya a votar en estas elecciones no obligatorias. A partir de la existencia de esta instancia en el año 1999 la cantidad promedio de quienes acuden a votar disminuye sistemáticamente en todo el país. Pero además esto es notorio entre los más jóvenes, si observamos los circuitos donde la mayoría de los electores son los más jóvenes del padrón electoral los porcentajes de participación son menores que en el resto. Por si fuera poco, a diferencia de las elecciones obligatorias, en esta vemos importantes niveles de diferencia en la participación según el lugar del país que observemos. No son homogéneas ni mucho menos. Hay participación bastante diferente según el departamento que miremos, y aún dentro de ellos en los diversos municipios y localidades que analicemos. Y todo se resume en una gran cuestión central, en la capacidad que tengan los líderes nacionales y locales de motivar a los electores en que ese día hay que ir a votar. A como dé lugar.
Hasta el día de hoy las elecciones primarias e internas han sido en Uruguay elecciones de aparato y de estructura partidaria mucho más que de opinión pública. A los electores hay que informarlos, porque es una elección tan compleja que en una de ellas se elije algo que casi nadie sabe muy bien qué es y que se llama “Órgano Deliberativo Nacional” y su primo el “Departamental”; a los electores hay que motivarlos; a los electores hay que incluso registrarlos, para finalmente, y aquí viene la pieza maravillosa que muestra hasta qué punto como electores podemos ser cómodos y abusivos, a los electores hay que llevarlos. Sí, llevarlos. Son miles en todo el país que ese día son trasladados por un verdadero parque automotor que los diferentes partidos y dirigentes ponen a disposición. Pero para poder llevar primero se debió de convencer, motivar y sobre todo organizar. Las elecciones primarias e internas son una prueba de organización. Quién esté mejor organizado, estará en muchas mejores condiciones de obtener los votos necesarios para triunfar. Y toda esta enorme tarea de información, motivación, registro, organización, planificación y hasta traslado, es realizado por los diversos niveles que tienen las estructuras partidarias. Lo hacen generalmente como pueden y con los recursos disponibles que como en todo, siempre son menores a las necesidades. Pero muchos lo hacen lo suficientemente bien para obtener muchos votos, incluso votando tan pero tan bien, que piensan que eso les da mayores chances en octubre. Algo que como bien sabemos, no es cierto.
Ahora que los millonarios y los multimillonarios han desembarcado en las elecciones en Uruguay, ¿logrará la billetera matar al elector partidizado?, o lo que es lo mismo, ¿el dinero podrá comprar electores para una elección donde hasta ahora la motivación principal ha sido más que nada política?
- Publicado en diario El Pueblo de Salto
- Publicado en UyPress de Montevideo